La Fundación Puertas Abiertas volvió a abrir su corazón, acompañando a pacientes, familiares y personal médico con una presencia cercana, llena de empatía y amor genuino. Porque creemos que la salud no solo se trata del cuerpo, sino también del alma, y que el acompañamiento emocional es una parte esencial del proceso de sanación.

Durante este mes, los pasillos de la clínica se convirtieron en espacios de encuentro, donde las lágrimas se transformaron en sonrisas, los miedos en palabras de aliento y la soledad en compañía. Nuestro equipo de voluntarios estuvo allí, escuchando con el corazón, ofreciendo oración, apoyo espiritual y gestos sencillos que recordaron a cada persona su valor, su fuerza y su capacidad de seguir adelante.

Cada visita, cada palabra y cada mirada compartida fueron una oportunidad para reafirmar nuestra misión: abrir puertas donde otros solo ven muros.
Porque sabemos que detrás de cada paciente hay una historia, detrás de cada historia hay una familia, y detrás de cada familia hay un sueño que merece seguir latiendo.

Este octubre fue un mes de abrazos que curan, de fe que renace y de esperanza que florece en medio de los desafíos.
Gracias a la Clínica Nuestras por abrirnos sus puertas y permitirnos ser parte de este proceso humano y transformador.
Gracias a cada voluntario que entregó su tiempo y su corazón.
Y gracias a cada persona que nos recordó, con su testimonio de vida, que siempre hay razones para creer, para seguir y para agradecer.

En la Fundación Puertas Abiertas trabajamos cada día por acompañar desde el amor, servir con propósito y sembrar esperanza donde más se necesita.
Porque sanar también es sentirse acompañado.
Porque abrir una puerta, a veces, es el primer paso para volver a vivir.